Era como cualquier otro chico de su edad.
Con sus miedos y sus temores.
Con su seguridad indecisa y sus proyectos de futuro.
Había tenido una vida repleta de momentos felices y alguno que otro
que habría preferido no vivir.
Como cualquier joven de su edad.
Tenía sueños por cumplir, momentos por materializar, recuerdos que
inmortalizar… tenía toda una vida por delante.
Y quería hacerlo a través de su arte.
Podría haber sido escritor, pero las letras se le rebelaron ya en
el colegio.
Podría haber sido músico, pero no tuvo paciencia.
Podría haber sido arquitecto, pero la vida se empeñó en atrancar
esa puerta… quizá algún día lograra derribar esos pequeños muros y salir por
ella.
Tenía problemas de identidad desde pequeño hasta que un buen día
dejó de darle importancia al hecho de no saber quien era y decidió en cambio
ser quien quisiera ser en cada momento y en cada situación.
Ese hecho marcó un antes y un después en su vida.
No pensaba, no analizada, su mente estaba fuera del partido, sólo
su alma dictando los trazos que el lápiz dibujaba sobre el lienzo a través de
sus dedos.
Encontró la libertad para dejar que sus manos fueran capaces de
crear lo que su corazón le dictaba.
Y así fue como descubrió que era mucho más de lo que jamás habría
imaginado.
Y así fue como se dio cuenta de que era capaz de hacer cosas que
no sabía que podía.
Y así fue como fue consciente de que al igual que el Mont
Saint-Michel escondía un bello y hermoso secreto a quien tuviera la paciencia
de esperar entre sus muros, él sería capaz de asombrar al mundo con sus bocetos
si le daban el tiempo, el espacio y la paz suficiente para sacar todo lo mágico
y maravilloso que había en su interior.
Así que… campeón… jamás debes rendirte ante tus sueños, ¡sólo persíguelos!
Quizá no sea el definitivo, quizá no sea el final, pero te hará
grande, te hará sabio, te enseñará y te modelará para que un día, más cercano
que lejano, consigas llegar a obtener todo lo que mereces y a ofrecer al mundo
todo lo mejor que hay en ti.
Trabaja siempre en la dirección correcta, en la que dicte tu
corazón mientras estés soñando… es la única forma de no equivocarte… o de que
duela menos si al final te equivocas…
Se como el Mont Saint-Michel, florece desde lo más hondo de tu ser
para brindar lo mejor de ti a quien esté a tu lado, a quien permitas poder
disfrutarlo.
Se siempre tu, no dejes que nadie te lo impida.
Y sonríe :-) no se te olvide.
Todos los derechos reservados J.Leo
Siempre,
Analema
1 comentario:
buah..., yo que aunque soy mas de ciencias q de letras, que buena excusa para cambiarme de lado por una buena causa, x un buen motivo... tener una buena observadora, entre otras cualidades no casuales, para continuar ofreciendo lo que cada uno llevamos dentro y q cuesta tanto exteriorizar y compartir. gracias x tu vitalidad
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