11 abril 2021

Reflexiones reflexionadas



 LO QUE YO PIENSE DE MI

Y

LO QUE PIENSEN DE MI TIENE LA MISMA IMPORTANCIA,

NINGUNA.

= Pere Joan =


Tan superficial y tan profundo a la vez.

Lo que yo piense de mí, no tiene importancia... ergo, ¿no importa?
Lo que piensen de mí los demás, tampoco importa.

Entonces, ¿dejamos de pensar?, ¿dejamos de tener opiniones?
O simplemente ¿dejamos de compartir las opiniones que tenemos?

Ni una, ni la otra, ni la de más allá... simplemente deberíamos despojar de importancia las opiniones propias y ajenas.

Aceptarlas, asumirlas en su justa medida, pero no hacer de ellas un dogma de fe o una verdad absoluta.

Nunca llegarán solas... siempre irán asociadas a una intención, a un motivo, a una petición.

Porque además, nuestra mente es quien rige nuestro devenir en esta existencia llamada vida... por lo tanto, si llenamos nuestro día a día de elogios y bondades, nuestro ego crecerá hasta cotas máximas, pero, ¿qué ocurrirá cuando las opiniones, ajenas y propias, sean más bien todo lo contrario, negativas y oscuras?

Entonces nuestro pilar se desequilibrará, se desmoronará, nuestro ánimo cambiará, nuestra forma de ver el mundo y a los demás se volverá opaca... nada bueno puede salir de algo negativo.

Una solución a los altibajos emocionales, pasaría por no dar cabida a opiniones propias o ajenas e intentar ver el mundo y lo que nos rodea de la forma más práctica, simple y clara posible.

Hay un pero... de momento uno... la interacción con los demás, sin opiniones, es infertil y vacía.

La soledad, el saber aprender a convivir con uno mismo y con tus propios pensamientos, es el más preciado tesoro que podamos regalarnos.

Pero siempre llega el momento en que precisamos de contacto ajeno.

Ese alguien de quien puedes aprender, que puede complementar tus ideas y opiniones, quien puede darle otro punto de vista a tu realidad, ese alguien que quizá llene algún vacío, ese alguien a quien no te importará pedir ayuda.

Ese alguien, esas personas, tendrán opiniones, en ocasiones coincidirán con las tuyas, a veces diferirán, pero en su justa medida has de contemplarlas, por un momento, como verdaderas... posteriormente y de nuevo en soledad, deberás procesarlas, entenderlas, interiorizarlas y discernir si son aceptables de ser introducidas en tu realidad o por el contrario son, simplemente, una opinión dispar a la propia.

Resumiendo... ¿LO QUE YO PIENSE DE MI Y LO QUE PIENSEN DE MI TIENE LA MISMA IMPORTANCIA, NINGUNA?

Pues sí desde el punto de vista de que cuando esas opiniones, propias o ajenas, sean negativas, será contraproducente asumirlas.

Pero no desde el punto de vista de que para evitar asumir o interrelacionarnos con opiniones negativas tengamos que alejarnos de todo ser humano y valernos únicamente de nuestro propio mundo para subsistir. Aunque a veces ese mundo propio, sea incluso más peligroso que cualquier opinión ajena.

Así pues... seamos cautos, aprendamos de los errores, asumamos que no siempre estaremos de acuerdo con las ideas de los demás, sepamos reflexionar sobre las cosas que nos ocurren, como nos llegan, como las interpretamos y como actuamos ante ellas.

Probablemente no debamos dar importancia a las opiniones... quizá sí a las personas que las emiten...

Siempre,
Analema