09 julio 2016

Conexiones...

Tal cual, ni más ni menos, algo que entra en contacto con otro algo para formar un ente mucho mejor, más completo, más pleno.

Las relaciones humanas se basan en conexiones.

Conexiones personales.
Conexiones comerciales.
Conexiones emocionales.

Cuantos más tipos de conexiones consigas unir en una sola persona más sublime será el resultado, más sorprendente.

Y sí, es posible… ¡claro que es posible!

A veces nos llevará toda la vida encontrarla.
En ocasiones diremos adiós a este mundo sin haberlo experimentado.
Quizá seamos de los llamados ‘tipos con suerte’ que viven inmersos en esa situación de forma casi continuada.

Hay muchas y diversas variantes, quizá la tuya no se haya dado todavía, quizá tu conexión esté por llegar, quizá creas que ya la has vivido...  puede resultar que lo que el destino te tiene preparado, sea una vivencia completamente diferente a lo que has experimentado hasta la fecha.

Quizá lo que habías creído ‘lo más’, es simplemente un esbozo de lo que puedes llegar a vivir… ¡y tu sin saberlo!

Y volviendo a esas conexiones, a esa necesidad de formar parte de algo, de alguien… ¿necesidad? Quizá no sea exactamente necesidad, quizá sea la libertad de poder escoger con quien te sientes más tu, más libre, más feliz, más tranquilo, más en paz en todo momento… simplemente esa necesidad de sentir que hoy te faltan menos cosas que ayer.

Lo jodido son las formas que pueden llegar a tomar esas conexiones… quizá salamandras que se arrastran y se apegan a la superficie en donde se encuentran, quizá tiburones que nadan esperando el momento en que alguien se fije en ellos, porque al fin y al cabo, también merecen una caricia, quizá pingüinos escurridizos a la par que nerviosos en busca de su estado ideal, ¿jirafas atentas atentas en todo momento a lo que ocurre a su alrededor?

Sea cual sea la forma de tu conexión…

se intuitivo para poder reconocerla,
se audaz para poder conservarla,
se inteligente para poder disfrutarla,
deléitate mientras puedas, igual que aparecen, pueden desaparecer,
cuídala, protégela… sin pretenderlo es como una extensión de ti mismo,
potencia su fuerza, su poder,
disfruta de su compañía,
saborea los momentos de complicidad,
sorpréndete de las casualidades que aparecen sin que las hayas buscado…

… es una suerte ir por la vida dejando que las conexiones aparezcan dónde y cuándo menos te lo esperas… simplemente estate receptivo… soplan vientos de cambio, se capaz de dejarte envolver y sueña, vive, ¡sonríe!



Siempre,
Analema

07 julio 2016

Mi primer 2.000


Tenía que llegar… estábamos destinados a conocernos… tarde o temprano tenía que suceder…

Y sucedió…
Y pasó…
Y llegó el día…

Fue un día de verano, principio de Julio, con madrugón incluido y sin apenas haber dormido por temas que no vienen al caso.

Me esperabas ahí, altivo, expectante, desafiante.
Como si esperaras burlarte de mi por si quiera osar intentar acercarme a ti.
Por otro lado sabías que era inevitable… no sabes cómo me pongo cuando se me mete algo entre ceja y ceja :-)

No te moviste, desde luego, yo tuve que hacer todo el trabajo… observarte, planearte, dosificar fuerzas, subir, seguir subiendo, entre un bosque de pinos, a pleno sol, ir avanzando y restando desnivel para poder acercarme cada vez más a ti.

En un momento llegué a preguntarme, ¿qué diantres hago yo aquí?

Pero fue pasajero, ¡menos mal!

No eres una montaña al uso… ¿acaso hay montañas al uso? ¿hay montañas modelo?



Supongo que no.
Cada una tenéis lo vuestro.
Cada una sois especiales por diversos motivos... por el terreno, por el paisaje, por la dificultad, por el desnivel, por la pendiente, simplemente por la compañía que tenías cuando saliste de casa esa mañana…

Para mi eras especial por lo mucho que habías tardado en llegar, por lo mucho que te habías resistido… ¡si es que soy una impaciente!

Pero si los persigues, los sueños, se hacen realidad.
Y ahí estabas.
Esbelta.
Esperándome.
Llamándome.

No encontramos prácticamente a nadie durante la subida... por algo elegimos la escalera de emergencia para ir a verte.
Directamente nadie cuando te dejamos... ¡por algo bajamos por donde no había ni camino!
Lástima de la multitud que nos acompañó cuando nos conocimos.
Pero si algo he aprendido a hacer en esta vida es abstraerme de la realidad por muy real que ésta sea.

Ahí estábamos las dos… tú y yo… juntas…

¿Sabes? Sigue llenándome de una forma especial y de energía  cuando por fin nos conocemos… cuando conseguimos fusionarnos en un breve momento en el que te digo, ‘¡llegué! ¡ya estoy aquí!’

Y me embarga la felicidad... ¡no puedo evitar sonreír!
El trabajo bien hecho.
La recompensa al esfuerzo, a mi esfuerzo, a mi ilusión, a haber conseguido ponerte un paisaje de fondo, a ver lo bien acompañada que estás, las vistas de las que disfrutas cada mañana cuando te desperezas y ves que no estamos juntas.

Te envidio, quiero que lo sepas :-)

Y tengo que volver… te empeñaste en bajar las cortinas justamente el día en que subí a verte.
Mis recuerdos y mis fotografías tienen un homogéneo cielo blanco de fondo, tanto norte como sur, tanto este como oeste… fue una sucia jugarreta, que lo sepas, pero te perdono, se que te apetece que vuelva otro día… ¡está hecho! J

Gracias por esperarme.
Gracias por dejarme disfrutarte.
Gracias por permitirme compartir contigo.

Al final, sigo teniendo pendiente mi primer 2.000, ¡resultaste ser un 2.500!

Te quiero igual, no te libras ;-)



Sólo me resta decir...

Gràcies Gòsol
Gràcies Pedraforca
Gràcies Rutes Pirineus

Siempre,
Analema