23 agosto 2015

Camino de Santiago

Cuando simplemente deseas un buen día que salga del corazón.
Cuando sales de la cama solo para avanzar.
Cuando la recuperación no tiene como objetivo curarte, sino dejarte continuar.
Cuando superas día tras día tus propios límites.
Cuando ves que vas demasiado cargado.
Cuando sabes que vas el último.
Cuando te enorgulleces de tu ‘moreno camino’.
Cuando no te importa el que dirán, el que pensarán o el que opinarán.
Cuando sólo importas tú.
Cuando tu camino, tu trayecto y tus pasos son lo único que importa.
Cuando sobrevives con lo mínimo.
Cuando las cosas superfluas desaparecen.
Cuando lo que antes era un ritual, ahora, sencillamente, no existe.
Cuando se acerca el objetivo y las ilusiones aumentan.
Cuando estás convencido que lo lograrás.
Cuando no dudas de ti.
Cuando ayudas a los ‘tuyos’.
Cuando te paras porque no puedes más.
Cuando te paras por otro.
¡Cuando se paran por ti!
Cuando tu vida te pesa.
Cuando continuas ‘a pesar de…’
Cuando observas y eres observado.
Cuando te adaptas.
Cuando te relacionas.
Cuando el despertador pasa a ser un gallo, una vaca o un helicóptero.
Cuando ir en busca de las flechas amarillas en los lugares más insólitos se convierte en tu gran reto de cada día.
Cuando te miras, por dentro y por fuera y te cuesta reconocerte.
Cuando la rutina se transforma en una monotonía así como en nuevas experiencias para vivir y descubrir.
Cuando los recuerdos te invaden y te asalta una sonrisa.
Cuando un desconocido se interesa por tu historia.
¡Cuando descubres que puedes!
Cuando sabes, en el fondo de tu alma, que no te darás por vencido.
Cuando resuelves los problemas de la forma más sencilla.
Cuando priorizas las cosas según su importancia.
Cuando das importancia a cosas que la tienen y se la quitas a las que no la tienen.
Cuando observas a la gente.
Cuando escuchas sin ser visto.
Cuando deseas en la sombra.
Cuando te sorprenden sin motivo.
Cuando ves que no puedes, pero tus piernas continúan.
Cuando no te cierras.
Cuando te abres.
Cuando fluyes.
Cuando te sorprendes.
Cuando el objetivo es común pero el camino es personal.
Cuando madrugar no cuesta cuando lo importante es poder descubrir que nos deparará el nuevo día.
Cuando buscas alternativas para que el sol no te atrape.
Cuando guardas recuerdos con ilusión.
Cuando descubres que te faltan tantas y tantas cosas por vivir.
Cuando el olor de los eucaliptus sólo puedes recordarlo a través de las hojas que recogiste.
Cuando desearías compartir lo que te pasa con la gente que quieres.
Cuando se te despiertan deseos que no sabías que tenías.
Cuando echas de menos la rutina una vez conseguido el objetivo.
Cuando sientes añoranza de lo que el Camino te ha desvelado.

Todo eso y más, es el …

Camino de Santiago


El camino te transforma, es inevitable, pero a pesar de todo...