19 marzo 2020

COVID-19


Se acabó.
Ya nada volverá a ser ‘normal’.
¡Y tampoco deberíamos pretenderlo!

Está siendo un revés muy grande.
Una fuerte sacudida.
Algo que remueve consciencias y nos obliga a pensar en qué hicimos mal.

Hemos perdido nuestra escala de valores.
Hemos cambiado para mal nuestras preferencias.
Hemos dejado de lado lo que más importa.
Hemos idolatrado gilipolleces y elevado a la cima necesidades irreales.

Llevamos pocos días de encierro, pero ha llegado el momento de cambiar.

De cambiar actitudes.
De recomponer prioridades.
De dar paso a lo que realmente importa y no a lo que nos han hecho creer que importa.
De anteponer ante todo y sobre todo a las personas, a las buenas acciones, al sentido común.
De hacer lo que realmente queremos hacer y no lo que otros quieren que hagamos.

Ahora mismo sólo importan las personas… el vecino, el amigo, la madre, el hermano, los sobrinos, la familia, el tendero, los compañeros de trabajo, esas personas que en algún momento formaron parte de tu vida, esas con las que algún día te cruzarás y pasarán a formar parte de ti…

Somos personas cuidando de personas.

De nada sirve un puesto de trabajo de responsabilidad si tu madre se está muriendo en un hospital.
De nada sirve el chalet más lujoso y la piscina más estrambótica si tu hijo no podrá disfrutarlo este verano.
De nada sirve tener la cuenta corriente a reventar si no puedes salvar a tu mujer.
De nada sirve nada de lo material que nos rodea si los nuestros sufren y mueren.

¿Sabemos ya que es importante?

¿Qué será lo primero que hagas cuando te devuelvan tu ‘normalidad’?
¿Lo mismo de antes?

¿Te habrá servido para algo todo este paréntesis?
¿Toda esta locura?

Valora esa mirada.
Valora ese abrazo.
Valora ese tiempo que te dedican.
Valora esa sonrisa furtiva.
Valora esa caricia.
Valora el contacto… el visual, el físico…

Valora ahora y siempre todo lo que no puedas comprar con dinero, al fin y al cabo, es lo único que vale tu tiempo y tu ilusión.

Haz una lista de lo que vas a hacer cuando te ‘liberen’…

- Abrazar a tus padres... aunque no sean mucho de abrazos.
- Sonreír a quien se cruce contigo... porque estamos vivos y estar vivo es maravilloso.
- Besar a quien te apetezca... porque es lo que sientes y es lo que quieres hacer.
- Soltar ese 'te quiero' a quien realmente te importe sin que ese ‘te quiero’ tenga que tener ese significado que el cine y la literatura le ha dado a lo largo de los años.
- Ese ‘te quiero’ que implica un ‘me importas’.
- Ese ‘te quiero’ que significa ‘te echo de menos’.
- Ese ‘te quiero’ que no es más que un ¡‘eres importante para mi’!

¡Da las gracias!

Gracias por estar en mi vida.
Gracias por ayudarme.
Gracias por estar pendiente de mí.
Gracias por acordarte de mí.
Gracias por preocuparte por mí.
Gracias por ser así.

Hagamos entre todos, que esta situación no sea en vano.
Consigamos entre todos que la realidad sea diferente.
Alcancemos entre todos un status más elevado de ser humano del que hemos usado hasta ahora.

¿Podremos hacerlo?
¿Seremos capaces de continuar?
¿De evolucionar?
¿De seguir adelante con prioridades renovadas y sueños por cumplir?

Confío plenamente en ti, no me defraudes.

Siempre,
Analema

02 marzo 2020

Tempus fugit...

Hay ocasiones en la vida en que ésta nos sorprende con un ‘te lo dije!’, con un ‘time out!’, con noticias inesperadas o cambios bruscos de rumbo.

Hay otras, en que te avisa, en que te va dando señales, en que te va erosionando poco a poco para que cuando llegue el día, no sea tan duro de aceptar.

Y es que sí, todo llegará un día u otro a su propio final.

Memento mori, amigo mío, memento mori.
 
Pero no solo eso, sino que mientras eso llega, el tiempo se acaba, el tiempo que tienes disponible para preparar ese examen, para que esa boda que llevas meses preparando se convierta en un recuerdo imborrable, para dar amor infinito a esos padres que están por coger su último tren va pasando lenta e inexorablemente.

Y es por eso, por ese pequeño detalle, por el hecho de que no disponemos de un reloj eterno ni de oportunidades infinitas, que hay que establecer prioridades.

Que deseamos vs de que disponemos y utilizar los recursos a nuestro alcance para que lo que deseemos pase al plano real en la medida de lo posible con las herramientas que tenemos a nuestro alcance.

Si eres consciente de la realidad… si tienes claro que deseas… podrás optimizar tus acciones para acabar sintiendo, cuando el cronómetro llegue a 0, que has hecho todo lo humanamente posible para conseguir llegar a meta con el corazón a rebosar.

Seamos conscientes de que el tempus fugit nos persigue y aprovechemos esa circunstancia para que el memento mori nos pille con una sonrisa.

Tenemos tanto tiempo y lo desperdiciamos en cosas tan banales que si consiguiéramos, por un momento, ser conscientes de nuestra realidad, haríamos las cosas de forma diferente, VIVIRÍAMOS realmente la vida y nos ahorraríamos muchos lamentos innecesarios.

Liberémonos de ataduras, de antiguas creencias arraigadas, hagamos realidad nuestro mundo ideal, seamos conscientes de que camino tomar para llegar donde el abrazo sea el rey y la sonrisa perenne.

No es difícil, simplemente se trata de ser coherente, de estar lúcido, de tener las ideas claras… de haber tropezado tantas y tantas veces que la única opción que te quede sea la de tirar para adelante, con la cabeza alta, las ideas claras y la noción del Carpe Diem por bandera.

Tempus fugit amigo mío, tempus fugit

Siempre,
Analema