03 octubre 2016

Mont Saint-Michel



Era como cualquier otro chico de su edad.
Con sus miedos y sus temores.
Con su seguridad indecisa y sus proyectos de futuro.

Había tenido una vida repleta de momentos felices y alguno que otro que habría preferido no vivir.
Como cualquier joven de su edad.

Tenía sueños por cumplir, momentos por materializar, recuerdos que inmortalizar… tenía toda una vida por delante.

Y quería hacerlo a través de su arte.

Podría haber sido escritor, pero las letras se le rebelaron ya en el colegio.

Podría haber sido músico, pero no tuvo paciencia.

Podría haber sido arquitecto, pero la vida se empeñó en atrancar esa puerta… quizá algún día lograra derribar esos pequeños muros y salir por ella.

Tenía problemas de identidad desde pequeño hasta que un buen día dejó de darle importancia al hecho de no saber quien era y decidió en cambio ser quien quisiera ser en cada momento y en cada situación.

Ese hecho marcó un antes y un después en su vida.

No pensaba, no analizada, su mente estaba fuera del partido, sólo su alma dictando los trazos que el lápiz dibujaba sobre el lienzo a través de sus dedos.

Encontró la libertad para dejar que sus manos fueran capaces de crear lo que su corazón le dictaba.

Y así fue como descubrió que era mucho más de lo que jamás habría imaginado.
Y así fue como se dio cuenta de que era capaz de hacer cosas que no sabía que podía.
Y así fue como fue consciente de que al igual que el Mont Saint-Michel escondía un bello y hermoso secreto a quien tuviera la paciencia de esperar entre sus muros, él sería capaz de asombrar al mundo con sus bocetos si le daban el tiempo, el espacio y la paz suficiente para sacar todo lo mágico y maravilloso que había en su interior.

Así que… campeón… jamás debes rendirte ante tus sueños, ¡sólo persíguelos!

Quizá no sea el definitivo, quizá no sea el final, pero te hará grande, te hará sabio, te enseñará y te modelará para que un día, más cercano que lejano, consigas llegar a obtener todo lo que mereces y a ofrecer al mundo todo lo mejor que hay en ti.

Trabaja siempre en la dirección correcta, en la que dicte tu corazón mientras estés soñando… es la única forma de no equivocarte… o de que duela menos si al final te equivocas…

Se como el Mont Saint-Michel, florece desde lo más hondo de tu ser para brindar lo mejor de ti a quien esté a tu lado, a quien permitas poder disfrutarlo.

Se siempre tu, no dejes que nadie te lo impida.

Y sonríe :-) no se te olvide.

Todos los derechos reservados J.Leo

Siempre,
Analema


1 comentario:

leo dijo...

buah..., yo que aunque soy mas de ciencias q de letras, que buena excusa para cambiarme de lado por una buena causa, x un buen motivo... tener una buena observadora, entre otras cualidades no casuales, para continuar ofreciendo lo que cada uno llevamos dentro y q cuesta tanto exteriorizar y compartir. gracias x tu vitalidad