04 enero 2018

Mensaje subliminal tras unos juncos


Hay ocasiones en que el día amanece de forma espectacular y acaba de forma magistral.
Hay días en que avanzan las horas y desconoces totalmente la sorpresa que te aguarda al final del día.
Hay momentos en que no puedes evitar sonreír, en que te entran unas ganas enormes de abrazar.
Hay instantes que se te quedarán grabados en la memoria hasta que exhales tu último aliento.

Y es que hay momentos mágicos que creas, que preparas, que construyes con todo el cariño y la delicadeza de que eres capaz.

Pero también hay situaciones que te desbordan, que no avisan que van a llegar, que te embargan, que simplemente… pasan.

Y así fue, ni más ni menos, cuando sin querer, pero queriendo, simplemente, pasó.

Más de una década hemos tardado en poder acortar distancias.
Y sin programarlo, fue en un lugar especial, en uno de esos lugares que nos ‘unía’.
Y fue de una forma totalmente inesperada… con un ‘pasea conmigo por la playa’ y con un ‘te veo en una hora’, sin más.

¿Querer es poder?

Hay veces en que no sabes que quieres, pero tu ser quiere por encima de todo.
Hay ocasiones en que finalmente, simplemente, te rindes.
Hay momentos mágicos que ahora sabes que no cambiarías por nada del mundo.

¿Una vida programada y a golpe de agenda?
¡No!
¡Improvisemos!

Disfrutemos de todo lo maravilloso que la vida nos ofrece, de lo que sin pretenderlo, creamos… porque las cosas no pasan porque tienen que pasar, no, pasan porque nosotros queremos que pasen, aunque sea en lo más hondo de nuestra alma y no hayamos identificado todavía esa necesidad latente.

Y tenía que pasar, tenía que llegar el momento en que estuviéramos face to face, en que pudiéramos mirarnos a los ojos y recordar todo lo que años atrás habíamos compartido.

Esa complicidad que no tienes con cualquiera y que luchas para que no desaparezca, estaba ahí, ¡era eral!

Fuiste mi mejor regalo de Navidad en mucho tiempo J

Gracias por tu tiempo, tu cariño, tu simpatía, tu ser tú, tu no estar incómodo ante alguien que no habías visto jamás, gracias por hacerlo sencillo, ameno, como si fuéramos dos desconocidos que se conocen desde hace mucho y que necesitaban esos minutos un 31 de diciembre a pie de playa.

Gracias por echarme la bronca cuando era necesario.
Gracias por haber escuchado cuando tenía algo que contarte.
Gracias por haber confiado en mi cuando simplemente, lo necesitabas.
Gracias por compartir conmigo penas y desdichas varias.
Simplemente, gracias por formar parte de mi vida.

Prométeme que no tardaremos diez años más en volver a vernos… seamos más proactivos, a pesar de nuestras diversas y variadas vidas, consigamos encontrar un hueco para coincidir y compartir, ¿te apetece?

Abrazo enorme, de esos que crean endorfinas a mogollón.

Siempre,
Analema