28 agosto 2011

Mi reloj


Un buen día apareció, sin buscarlo, simplemente vino a llenar un hueco en mi chimenea.


Era un precioso reloj de pared, original como él solo, espectacular tanto en su forma como en su porte, único e irrepetible.


Estaba ahí, esperándome, me cautivó desde el primer momento y no pude más que llevarlo conmigo, me lo llevé a casa.


Le insistí al relojero en que no quería una baratija, que quería que me durara toda la vida... él, bromeando, me dijo que mínimo, me duraba 80 años fijo. Yo, ingenua de mí, me lo creí y salí de ahí con la ilusión de una adquisición a tiempo completo y sin fecha de caducidad.


Cuando llegué a casa y lo coloqué en su lugar supe que no me había equivocado, ese era su sitio y ahí era donde debía estar.


Estuvo tres largos años adornando mi salón, sin estropearse ni una sola vez, sin caerse ni una sola vez, sin dar ningún tipo de problema.


Hasta que un día, sin previo aviso, dejó de funcionar.


Con el tiempo había ido estropeándose y yo no me había dado cuenta, por lo que no pude evitarlo. Al menos podría haber empezado a atrasarse y yo lo habría intentado arreglar para evitar este fatídico final. Pero ahora me había dejado, tan esbelto y atractivo él.


Había compartido mis días buenos y mis días malos, mis ratos de sofá, mis lágrimas al ver una película romántica... y ahora, simplemente... ya no estaba.


Se me hacía extraño, se me antojaba irreal.


Yo que regularmente le había cambiado la pila, que lo limpiaba para que no pareciera viejo, había estado siempre pendiente de que no le faltara de nada!! Pero de nada sirvió.


Lo llevé al relojero para que me dijera que podía recuperarlo, para que me diera una esperanza, pero lo que obtuve fue un "no se ha podido hacer nada por él, es el fin".


A partir de ese día mi realidad ya no sería la misma, mi cotidianidad estaría vacía, ya nadie marcaría las horas, mi chimenea estaría incompleta.


No se puede evitar algo que se desconoce que está sucediendo, por lo que tampoco vamos a poder evitar un final trágico y oscuro.


Siempre,

Analema