19 septiembre 2021

Islandia - Tierra de lecciones y elecciones

Querido Karma…

 

Se que no siempre nos hemos entendido, que hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero ¿era todo esto necesario?

 

Iba a ser un viaje de cambios importantes para mí.

Y realmente lo fue, pero no en la dirección que había imaginado.

 

Empezar una de las vueltas al sol en la tierra de hielo era cuanto menos curioso y sí, fue planeado, como debía ser, pero ya lo de seguir un guión para que todo saliera perfecto lo dejamos para otro día, ¿no?

 

Todo estaba controlado y programado, iba a ser mágico, maravilloso, irrepetible. 

 

Y ciertamente fue irrepetible, pero no mágico ni maravilloso, aunque alguna que otra agradable sorpresa sí me llevé y con eso me quedo.

 

Islandia me trajo momentos de conocimiento interior irrepetibles.

 

Debates conmigo misma que jamás pensé que llegaría a tener.

 

Actitudes que jamás creí posibles.

 

Lidiar con situaciones complejas que en tiempos pasados habrían desembocado, como poco, en el desembarco de Normandía y en esta ocasión resultaron victorias de gran valor para guardar en el palmarés personal.

 

Y es que, con la conciencia tranquila, las tormentas afectan, pero no destrozan.

Con el alma entera, los agravios duelen, pero no dejan marca.

Con el convencimiento de estar actuando de buena fe, los días pasan y las huellas persisten… desaparecerán o permanecerán, dependiendo siempre de nuestro interior.

 

Me quedo con el abrazo sentido y deshecho las felicitaciones falsas y vacías.

Me quedo con el arco iris en la cubierta de un barco bajo un cielo que pronosticaba el fin del mundo y deshecho esos momentos compartidos de tensión y resquemor.

Me quedo con esos amaneceres no compartidos de los que sólo yo disfrutaba.

Me quedo con la ilusión mágica de cada noche por ver una aurora boreal.

Me guardo en la retina esos lugares de ensueño y en el alma esas explicaciones de cómo y porqué las cosas son como son.

Me quedo con las leyendas, historias y cuentos que intentan dar un sentido al pasado.

Me quedo con la capacidad de la isla de cambiar de clima con la facilidad de quien cambia de decisión a la hora de desayunar.

Me quedo con la esperanza de poder ver, en alguna ocasión, todos esos maravillosos parajes cubiertos de blanco.

 

Esperanza que nada ni nadie podrá quitarme, por mucho que tú, querido Karma, te empeñes en eso.

 

Ni el pasado, ni lo que sucedió, tienen cabida en mi mundo… que por algo es mío, único y exclusivamente mío.

 

Fui a vivir momentos que guardar en la retina y más bien me llevo momentos guardados en el alma… que para el crecimiento de uno mismo, son mucho más valiosos.

 

Vuelvo orgullosa de mi yo adulta por su saber hacer y su talante. ¡He aprendido mucho!

Vuelvo triste por mi yo niña que quería disfrutar como en un cuento de hadas de todos esos parajes.

Vuelvo ansiosa por ver si mi yo actual es capaz de implantar las situaciones vividas a la nueva realidad.

 

Islandia ha sido como una dimensión paralela que había que explorar, como cuando pasas de nivel en el videojuego de turno y no sabes donde estará la salida.

Y se ha hecho, se ha explorado, no puedo pedir más.

 

Querido Karma, para la próxima ¿serías tan amable de avisarme cuando el trayecto sea catalogado como complicado, peligroso y/o difícil de transitar? Sería de agradecer.

 

Siempre tuya,

Analema