Siempre había tenido muy claro, que disfrutar de unas vacaciones
en una isla, viviendo en una isla, era algo como fuera de lugar, ilógico y que
para disfrutar de ‘más de lo mismo’ (porque al fin y al cabo, una isla es una
isla), pues que tenía el resto del mundo para invertir esfuerzos e ilusiones.
Y mira tu por donde, como serán las cosas, que dónde dije digo,
digo Diego y acabo aterrizando, sin pretenderlo, en las islas del otro lado,
las de arena negra y temperatura constante, donde el invierno no existe y las
gua guas campan a sus anchas, donde las papas van siempre acompañadas del mojo y en donde las pellas de gofio se convierten en la solución perfecta para
casi todo, donde son custodios del techo del territorio español y donde la
práctica totalidad de su geografía conforma un sinfín de parajes idílicos para
los amantes de la naturaleza.
Y ahí que me fui.
Y ahí que el destino me sorprendió.
Y ahí que tengo que volver por imprevistos no previstos.
Y ahí que deseo volver para desconectar y recuperar momentos
vividos.
Y ahí que me impongo regresar para reclamar unos abrazos no
obtenidos.
Y como son las cosas, que una acción solitaria, unida al
movimiento de los astros y las estrellas, consigue que se conforme una realidad
no esperada y finalmente muy muy disfrutada.
Y esa experiencia te hace crecer como persona, te hace conocerte
más a ti mismo, te hace cuestionarte cosas que antes tenías clarísimas y hace que,
sin poder evitarlo, aumente tu número de amistades. Gente con las mismas
inquietudes, los mismos deseos, las mismas ganas de hacer y descubrir nuevos
lugares como tú.
Experiencias que te llenan, que te transforman.
Experiencias positivas, siempre.
De lo negativo, se aprende, con lo positivo te recreas y
disfrutas.
Frondosos bosques, lluvias inesperadas y constantes, imágenes para
el recuerdo, risas contagiosas, miradas furtivas, bromas por doquier, opiniones
que te haces a priori y que al final del día tienes que reconstruir, porque
claro, nadie es perfecto, tu menos que nadie… en fin, un lugar y una
experiencia altamente recomendable… sin
necesidad de pisar la playa :D
Gracias Tenerife Walking Festival por darnos la oportunidad de
disfrutar de todos los tesoros que secretamente oculta la isla.
Un deseo… cuídate, presérvate, no dejes que la avaricia o la
corrupción, el politiqueo de turno o los afanes de grandeza puedan contigo.
Volveremos el año que viene, el Teide nos espera, fijado desde
ahora como uno de los objetivos de 2.017.
Gracias por existir!!
Siempre,
Analema
Analema
P.D.: mi TWF en imágenes, aquí
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