06 mayo 2017

A ti... desconocido...


No te conozco.
No formo parte de tu vida.
Únicamente me crucé en ella una mañana cualquiera de invierno, casi rozando la primavera.
Y escuché un trozo de conversación que no iba conmigo.
Y a partir de ahí, me creo con derecho a entrometerme en tu vida, ¡ja!

En fin.

Se que no debería estar haciendo esto.
Se que nadie me ha pedido que lo haga.
Se que tu problema no va conmigo y no debería de importarme.

Pero mira tu por donde, yo es que no puedo ni quiero mantenerme al margen.

A tu manera pediste ayuda a un desconocido.
Por ende, eres consciente de que necesitas consejo, ánimo, vivencias ajenas para poder tomar una decisión que encauce tu vida.

Así que aquí estamos, yo escribiendo y sin saber si en algún momento te haré llegar estas palabras y quizá tu leyendo… o no…

Una cosa está clara y deberíamos ser todos muy conscientes...

Sólo tenemos una vida.

Una vida que se acorta cada vez que anochece.
Una vida que tenemos todo el derecho y el deber, de disfrutar al 150% de forma diaria.
Una vida de la que disfrutaremos el resto de nuestros días… o no… dependerá de lo que en ella hayamos construido.

Construir castillos en el aire, vivir de ilusiones, de lo que ansiamos que sea pero no acaba de ser no es solución. Será todo volátil y en cualquier momento hará aguas y nos quedaremos con cara de idiota.

La persona que está a tu lado se merece ser feliz.
Tú mereces ser feliz.

Sólo por eso, por ese pequeño detalle, deberías ser consciente de la realidad, de tu realidad y obrar en consecuencia. 

Aunque duela. 
Aunque te destroce. 
Aunque haga temblar los cimientos de tu día a día. 
Aunque sea un tópico, los dos sabemos que ‘el tiempo todo lo cura’, tardará más o menos, pero acabará sanando.

Tu pareja se lo merece.
Tú te lo mereces. Tú más que nadie se merece intentar conseguir eso que anhelas, esa realidad que deseas, esa que sabes que ahora mismo está lejos de tu alcance a no ser que las cosas cambien.

Intenta arreglarlo.
Habla.
Comunica.
Expresa.
Manifiesta.
Discute.
Vuelve a hablar.
Planea.
Organiza.
Sincérate.

Si todo eso no funciona, coge al toro por los cuernos y toma una decisión.

Te lo debes.
Se lo debes.

Porque resulta que cuando me crucé en tu vida, estabas triste, no eras feliz, ¿lo eres ahora?
Avanza, si tiene que ser en solitario, que sea, pero avanza, no te estanques, no te pares...
Vuelve a sonreír, te lo mereces.

¡Suerte desconocido!

Siempre,
Analema

P.D.: como decía la canción...  "Piensa que el futuro es una acuarela y tu vida un lienzo que colorear"


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