A veces las cosas suceden cuando menos te lo esperas, o cuando más
bajas tienes las defensas.
A veces, tanto da si lo tenías planeado o no, tanto da si era un
reto o un imprevisto.
Las cosas suceden, sin más… y así debe ser.
Apareciste de la nada, no eras un objetivo, pero estabas en una
lista, como cualquier otra opción que se precie.
No había un interés especial en ti, ni por mucho, ni por muy poco.
Eras nueva para mi, eras nada antes de ser algo.
Eras algo así como un desconocido objetivo en el tintero.
Y fue un lunes cualquiera, cuando alguien decidió coger un día de
vacaciones, que me llevaron a tu encuentro.
Fue el día en que sin saberlo, una espinita se clavaría en mi
corazón y una cruz en mi cuadrícula de ‘aventuras conseguidas’.
Fue una ascensión demasiado calurosa aunque muy disfrutada que
llenó mis sentidos de belleza y estampas inolvidables.
Se te veía imponente desde la carretera.
Lejana desde prácticamente cualquier parte.
Pero nos acercamos tímidamente hacia ti.
A veces te daba por esconderte, más si cabe conforme nos íbamos aproximando,
desapareciste cuando estuvimos muy cerca de ti y decidimos subir a
conquistarte.
Situada en un entorno especial, majestuoso y mágico, realza tu
belleza el entorno que te acompaña.
Piedra granítica con formas indescriptibles, inusuales y
especiales.
En plena Sierra de Guadarrama, como un habitante más de Manzanares
El Real permaneces atenta a todo lo que ocurre y eres testigo de innumerables
hechos y acontecimientos que quizá te avergüenzan, otros probablemente te
enorgullezcan, pero todos reales y sinceros dentro de la experiencia de los que
los viven.
Me tentaron con conquistarte… acepté sin demora y con ilusión…
disfruté como nunca de tus alrededores y del paisaje del que gozas a diario.
Pero algo ocurrió al llegar a tu parte más especial… esa chimenea
me paralizó… llegué a tu base, subí hasta casi tocarte, pero retrocedí… me
entró el pánico, el miedo a lo desconocido, me rajé, me eché para atrás… no se
cuales serían las palabras más acertadas, el resumen es que di media vuelta…
con cuidado y sin lastimarte, me alejé de ti.
Volveré… se que lo haré… para cabezonería la mía.
Pero volveré cuando no estés acompañada de tanto sol.
Volveré cuando menos te lo esperes.
Regresaré junto a ti cuando me vea con fuerzas para poder sentarme
en tu cima y hacerte compañía desde lo más alto.
Querida montaña, querido Yelmo, nos veremos pronto… o tarde… pero
nos veremos… palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario