Se fue a la cama, como cada noche desde que tenía uso de razón.
Esa noche soñó... soñó con el paraíso... soñó que había encontrado a alguien muy especial con quien compartir la vida... y la estaba compartiendo!
Esa noche fue larga, muy larga... tenía mucho de que disfrutar...
Él la cuidaba como nadie hubiera podido imaginar jamás que se pudiera cuidar a otra persona, la hacía sentirse la mujer más especial, querida y protegida sobre la faz de la tierra.
Era tierno, amable, protector, se desvivía por ella, hubiera dado su vida por ella.
Nada podía compararse a lo que sentían el uno por el otro.
Estaban hechos para encajar, para acoplarse en todas y cada una de las facetas de la vida.
Jamás les vieron discutir... porque jamás discutieron!
Si ella se hacía daño, le dolía a él.
Si ella disfrutaba, disfrutaba él.
Si se ría, le hacía feliz.
Si lloraba, era él el que sufría.
Si estaba a su lado se sentía completo y si no estaba le faltaba algo!
Allá donde ella estuviera, él estaba con ella.
Allá donde él iba, la sentía cerca.
Era ella, pero era él y él no era él sin ella
Así era su amor... de película!!
Él la necesitaba para encontrarse.
Él la necesitaba para conocerse.
Él la necesitaba para construirse.
Así era su amor... de película.
Todo era perfecto entre ellos... todo era perfecto, maravilloso, inmejorable!
Hasta que llegó el amanecer y todo se esfumó.
De un plumazo.
Sin que nadie ni nada pudiera evitarlo. Ni siquiera ella.
Porqué tenía que acabar algo que era tan perfecto?
Porqué había que ponerle fecha de caducidad a algo tan maravilloso?
Y el día llegó... y ella se despertó... y todo su sueño hecho realidad quedó simplemente en eso, en un sueño.
Y se lamentó de no haberlo sabido conservar, de no haber podido hacerlo eterno.
La noche siguiente intentó recuperarlo, pero no fue posible.
Él ya no estaba, ya no había nadie que la cuidara, que estuviera pendiente de ella, que se preocupara... nadie había ya que hubiera dado la vida por ella.
Ese amor de película que habían compartido se convirtió, de la noche a la mañana, en un amor de cine de barrio, en el que todo son ilusiones por triunfar, deseos de grandeza, anhelos de algo concreto y esperanza... siempre esperanza de poder conseguirlo
Siempre,
Analema
Esa noche soñó... soñó con el paraíso... soñó que había encontrado a alguien muy especial con quien compartir la vida... y la estaba compartiendo!
Esa noche fue larga, muy larga... tenía mucho de que disfrutar...
Él la cuidaba como nadie hubiera podido imaginar jamás que se pudiera cuidar a otra persona, la hacía sentirse la mujer más especial, querida y protegida sobre la faz de la tierra.
Era tierno, amable, protector, se desvivía por ella, hubiera dado su vida por ella.
Nada podía compararse a lo que sentían el uno por el otro.
Estaban hechos para encajar, para acoplarse en todas y cada una de las facetas de la vida.
Jamás les vieron discutir... porque jamás discutieron!
Si ella se hacía daño, le dolía a él.
Si ella disfrutaba, disfrutaba él.
Si se ría, le hacía feliz.
Si lloraba, era él el que sufría.
Si estaba a su lado se sentía completo y si no estaba le faltaba algo!
Allá donde ella estuviera, él estaba con ella.
Allá donde él iba, la sentía cerca.
Era ella, pero era él y él no era él sin ella
Así era su amor... de película!!
Él la necesitaba para encontrarse.
Él la necesitaba para conocerse.
Él la necesitaba para construirse.
Así era su amor... de película.
Todo era perfecto entre ellos... todo era perfecto, maravilloso, inmejorable!
Hasta que llegó el amanecer y todo se esfumó.
De un plumazo.
Sin que nadie ni nada pudiera evitarlo. Ni siquiera ella.
Porqué tenía que acabar algo que era tan perfecto?
Porqué había que ponerle fecha de caducidad a algo tan maravilloso?
Y el día llegó... y ella se despertó... y todo su sueño hecho realidad quedó simplemente en eso, en un sueño.
Y se lamentó de no haberlo sabido conservar, de no haber podido hacerlo eterno.
La noche siguiente intentó recuperarlo, pero no fue posible.
Él ya no estaba, ya no había nadie que la cuidara, que estuviera pendiente de ella, que se preocupara... nadie había ya que hubiera dado la vida por ella.
Ese amor de película que habían compartido se convirtió, de la noche a la mañana, en un amor de cine de barrio, en el que todo son ilusiones por triunfar, deseos de grandeza, anhelos de algo concreto y esperanza... siempre esperanza de poder conseguirlo
Siempre,
Analema
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