Ayer, alguien a quien aprecio muchísimo, aunque he de reconocer que apenas conozco, me decía que el hecho de ayudar a los demás puede considerarse como una acción de egoísmo encubierto por la sensación de bienestar que nos produce.
De primeras le dije que no, que el egoísmo tiene una connotación negativa y los actos altruistas hacia los demás son todo lo contrario, pero no dejo de darle vueltas al trasfondo de sus palabras.
Sea como fuere, ha vuelto a pasar... el tiempo a vuelto a pararse y lo único que teníamos ante nosotros era la responsabilidad de que unos extraños disfrutaran de la experiencia de su vida.
Extraños que, a lo largo de las horas y los días, dejaban de serlo para pasar a ser rostros conocidos.
Extraños a los que te alegrabas de volver a ver, a los que ibas calando conforme superaban avituallamientos y que al final los habrías abrazado, pero...
Aunque siempre hay excepciones y con permiso del respetable, has abrazado a quien se ha dejado.
Ese risueño sanitario, con el que coincidiste hace una eternidad en una donación de sangre y que ves una sola vez al año, precisamente en este mismo fin de semana. Llamémosle, extraño familiar.
O ese sanitario que se pasa interminables horas en quirófano pero que estos días se cambia de uniforme y pasa a ser un mortal como todos los demás.
O ese otro sanitario que mientras te ofrece jamón del bueno de su furgo te dice, como si fuese lo más normal del mundo, que mientras hacen tiempo para que su compi de equipo llegue al avituallamiento se han dado un merecido baño de camino.
Ese adorable sanitario cascarrabias que aún sabiendo cual es la situación sanitaria actual, considera las medidas tomadas injustas y desmedidas y entra echando pestes en cada avituallamiento. Al final descubres que tiene su corazoncito y hasta conseguimos sacarle una sonrisa, ¡hasta foto nos hicimos con él!
Entre los que os ayudamos también tenemos extraños que pasan a ser amigos al final del fin de semana...
Tenemos a ese sanitario que ha estado y está dándolo todo en UCI durante toda la semana y al que todavía le quedan fuerzas para madrugar, ayudar y disfrutar como un enano de esta brutal experiencia.
O a ese otro que día a día cuida de nuestros mayores protegiéndoles de toda amenaza posible y ofreciéndoles cariño y compañía día sí y día también.
Este año, ellos han sido nuestros héroes en zapatillas... sin capa, sin portadas, sin llegadas a meta estridentes... siempre habéis sido imprescindibles, necesarios e irreemplazables, ahora, el mundo es consciente de ello.
Pero no sólo de sanitarios vive la Trail, también tenemos desconocidos que al final del fin de semana acaban siendo caras amables que bajo la mascarilla te dedican una sonrisa... ¡¡o eso queremos creer!!
Está el hombre del desierto, que quiso demostrarnos que bajo un sol de justicia se puede correr con mallas largas y camiseta de manga larga... al más puro estilo beduino vamos... lástima que sus pies no aguantasen... ¡¡te esperamos el año que viene!!
Está ese dorsal 601 que llegó al primer avituallamiento siendo la última con diferencia y nadie apostaba por ella... pues nos demostró a todos que con esfuerzo, tesón y la cabeza correctamente amueblada se puede llegar a meta... ¿la última? sí, pero delante de todos los que por un motivo u otro tuvieron que abandonar y de los que ni nos atrevimos a enfundarnos un dorsal, con la cabeza bien alta tras haber superado los mismos kilómetros que los demás disfrutando muchísimo más de la experiencia. ¡¡Gracias por la lección de humildad!!
Luego tenemos a ese ser tan especial que año tras año, es vencido por su corazón por encima de su cabeza.
Quién sabe que no ha entrenado la prueba como debería, pero a quien su cabeza le dice, vaaaa, lo has hecho antes, ¡puedes hacerlo!
Y se lanza.
Y su familia le apoya y le sigue al fin del mundo.
Y sus amigos le esperamos con ilusión.
Y nos monta un numerito de zombi viviente que nos asusta.
Y consigue que el mundo se pare.
Pero le damos espacio... tiempo... y vuelve y regresa de entre los casi muertos y come y bebe y va al baño y acaba saliendo del avituallamiento andando y acaba la carrera ¡corriendo!
El año que viene vas de dorado... un año más, ¡te esperamos!
O esa historia desgarradora de quien no puede tomar naranja ni nada con sabor a naranja por motivos médicos que te sobrecogen el alma.
El año que viene haremos lo imposible por atenderte mejor, ¿volverás?
O esos corredores cachondos que adornan sus dorsales con curiosas referencias a la ducha.
O ese dorsal que corre por sus hijos y los lleva siempre presentes.
O ese otro al que conociste hace 7 años, que cuando te ve se acuerda de ti ¡¡y de tu nombre!! creedme, ¡¡¡algo así es brutal!!!
Capítulo especial merecen dos personas que con discapacidad visual se atreven por norte y sur a conquistarnos y dejar al nivel del barro a quien no es capaz de disfrutar de la vida teniéndolo todo.
Gracias de corazón a esos dos dorsales que habéis decidido aceptar el reto, plantaros en la línea de salida, comeros los kilómetros con sol o lluvia y entrar en meta orgullosas del esfuerzo realizado.
No sois grande, ¡sois enormes!
Lástima que no pudimos daros un reconocimiento como os merecéis en una enorme sala llena de gente, seguro que, si nos dais la opción, el año que viene el nirvana será vuestro.
Y así podría continuar hasta aburriros... así que vamos a ir dejándolo.
Gracias por venir, gracias por habernos dado la opción de ayudaros, de echaros un cable para poder cruzar esa última barrera en meta.
Lo hemos hecho lo mejor posible dentro de las circunstancias, ¡esperamos que no nos suspendáis!
Aprenderemos de nuestros errores, mejoraremos, ¿os esperamos de nuevo?
Quizá mi nuevo amigo tenga razón.
¿Así es como sabe el egoísmo encubierto?
Por favor, ¡¡póngame dos tazas!!
Siempre,
Analema
P.D.: breve crónica de mi forma de vivir y sentir la Trail Menorca Camí de Cavalls 2021
Foto robada de un perfil de whatsapp que a su vez fue sustraida de un perfil de facebook.
1 comentario:
Muchas gracias a ti por la ayuda que nos prestaste durante todo el recorrido.
También quiero agradecer a la organización de la carrera por haberme permitido llegar a meta fuera de tiempo y brindarme ese homenaje tan emotivo.
Para mí ha sido un reto conseguido con broche de oro final.
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