04 octubre 2020

El pasado siempre vuelve...

¿20… 25 años?

¿Qué más da el tiempo?, ¿acaso importa?

 

Fuimos una de esas tiernas e inocentes amistades virtuales en la etapa más vibrante de la vida, la juventud.

 

No crecimos juntos, estábamos lejos, nada estaba a nuestro favor, hasta que, simplemente un buen día, a saber porqué o cómo, acabamos coincidiendo en eso que se daba por llamar internet.

 

Por la noche, cuando las miradas eran mínimas y la oscuridad te permitía soñar despierto.

Sin horarios, más que los que tú y yo quisiéramos imponernos.

Sin reproches, sin mentiras, sin tabús… simplemente nosotros y nuestro pequeño espacio.

 

La pantalla hacía de escudo para que los miedos desaparecieran y salieran a la luz los deseos y las verdades.

 

Lo que nos unió fue la tecnología… una unión que duró hasta que, igual que vino, se fue.

 

Se fue, se escondió, desapareció durante mucho, demasiado tiempo. Y no la buscamos.

 

Pero el mundo sigue girando y acaba siempre por poner todo en su lugar, como si fuera un eterno rompecabezas.


Un buen día, una idea, un presentimiento, un … ¿y si? … y acaba pasando, el pasado regresa, las sonrisas, la ilusión, las ganas… rejuveneces, de repente eres esa persona sin miedo, sin maldad, de nuevo delante de una pantalla y con una sonrisa eterna en los labios.

 

El tiempo ha pasado… para ti y para mí.

 

Pero seguimos siendo los mismos.

Seguimos recordando que nos unió.

Hemos olvidado que separó nuestros destinos.

Hemos recuperado la conexión… esa que sonaba como una sutil cancioncilla que te taladraba la cabeza cada vez que alguna nota no era la que tenía que ser… nuestra banda sonora es y siempre será, el ruidito del módem a 56k que nos permitía compartir sonrisas, sueños, ideales y secretos.

 

Y al final pasó lo que tenía que pasar, hemos invertido un pedacito de nuestras vidas para poder volver a mirarnos a los ojos… esos que jamás deberíamos de haber permitido que se alejaran tanto.

 

Tenemos una nueva realidad, tenemos una nueva oportunidad… ahora nos llaman adultos y se nos presupone capaces de encajar nuestras nuevas vidas para evitar que pase de nuevo tanto tiempo sin disfrutar de un nuevo abrazo.

 

Jamás me has necesitado y espero que jamás me necesites, pero para cualquier cosa, lo que sea, sabes donde encontrarme.

 

Siempre,

Analema

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