Asociamos el verbo ‘romper’, con algo
negativo.
Automáticamente.
No le damos ni una sola oportunidad para
conquistarnos.
Somos tan simples que nos quedamos siempre
con lo evidente, con lo superficial.
Y lo peor es que hacemos eso de ser
simplistas con un simple verbo, con nuestro día a día, con nuestra vida, con
nuestro futuro…
Hace unos días, coincidiendo con el cambio
de año, alguien de mi entorno me dio un consejo, me dijo “rómpete”.
Lejos de tomármelo como algo negativo
analicé la situación, analicé el contexto, le escuché, le miré a los ojos y le
sonreí.
Podríamos decir que ese alguien realmente
no me conoce, apenas he compartido tiempo o vivencias con él, pero me conoce
más de lo que el tiempo que hemos pasado juntos podría certificar.
Y el consejo, lejos de ser una locura es un
acierto, ¡gracias!
Rómpete en mil pedazos para reconstruirte.
Rómpete en cachitos para seleccionar sólo
lo bueno y dejar ir lo malo.
Rómpete sin dudarlo para ser tu mismo.
Rómpete para dejar salir lo que realmente
eres.
Rómpete para brillar, para ser, para estar,
para sentir.
Rómpete para ser quien siempre debiste ser.
Gracias por el consejo, gracias por el poco
tiempo que puedo disfrutar de tu compañía, gracias por tus palabras, gracias
por hacerme ver las cosas de otra forma, gracias por las reflexiones, gracias
por haberte cruzado en mi camino.
Sin más… rómpete… simplemente, date una
oportunidad, ¿te apetece compartir conmigo el consejo que me regalaron?
Siempre,
Analema
Analema
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