Avanzas, maduras, asientas la cabeza... y tarde o temprano llega esa etapa en tu vida en que haces únicamente
lo que realmente te apetece hacer. Ni más, ni menos.
Y aceptas invitaciones sugerentes, y haces
posible momentos únicos y básicamente regalas tu tiempo a quien se lo
merece, a quien te da la realísima gana.
Porque no estamos en este mundo para hacer
las cosas correctas... no como siempre se han hecho.
Estamos aquí para sentir, para cumplir con tus sueños, para
vibrar, para explorar... y nada de eso se consigue si no arriesgas, si no te
lanzas, si no escuchas a tu alma.
Y sientes que puedes, y sabes que quieres y
te arriesgas sin pensar demasiado.
Impera lo que vale la pena, lo que disfrutas,
la compañía que eliges... porque eliges conocer, estar, compartir.
¿Hay salida en un 24h non stop seguido de
otro y otro más? Confía en tu instinto, él sabe lo que puedes soportar, él sabe
lo que disfrutarás intentándolo, él conoce tus miedos y sabe que puedes con eso
y más... y crecerás, y aprenderás, y te conocerás mejor... porque la vida vale
la pena, porque compartir vale la pena, porque dar oportunidades a quien se las
merece, vale la pena.
Te mereces vivir tu día a día con ilusión y
hacer realidad esos sueños que algún día se formaron en tu mente de forma misteriosa.
Arriésgate... puedes, debes y quieres.
Y llega el momento en que aceptas desconectar del
mundo unos días acompañada de ese desconocido que siempre ha estado ahí.
Y esa desconexión te sienta bien.
Y ese alguien se hace más y más presente.
Y disfrutas de una forma que jamás creíste
capaz.
Y oyes de nuevo esa vocecita que repite... ¡¡te
gustará!!
Y te gusta.
Y le encuentras un atractivo especial
Y te adaptas.
Y no necesitas más.
Y lo básico es lo único que se torna real.
Y es que… ¿qué mas se puede pedir cuando
amaneces tras una ventana con vistas y acompañada de alguien que no oprime, ni
exige, ni condiciona nada de lo que ocurre?
Gracias, por todo, ha sido un enorme placer
aceptar tu invitación para hacer realidad algo que teníamos pendiente...
acompañarlo con el decorado que elegimos fue simplemente, espectacular.
Siempre,
Analema